A Ti, hijo Mío amado, que me buscas, pero aún no me has hallado, sino solamente como ese algo intangible que te ha alentado, inspirado y conducido siempre, continuamente, por caminos para ti cada vez más estrechos aunque más gloriosos, haciendo que tiendas una mano caritativa a los necesitados que encuentras.
A Ti, que eres consciente de Mí como el Amor del Cristo que habita en tu corazón y buscas propagar el Mensaje de su Amor por todas partes, sembrándolo en cada uno de aquellos corazones que parecen dispuestos a recibirlo.
A Ti, a quien Yo he venido en radiantes destellos de Luz o en visiones, bien sea durante el sueño o durante la vigilia, como Verdad, iluminando tu mente de modo que en ese momento has visto claramente la realidad de Mi Vida Espiritual y lo ilusorio de todas las cosas que impresionan tus sentidos externos, y buscas ahora enseñar esta verdad a los demás.
A Ti, que has llegado a la conciencia de Mí como la Vida interna tuya, en cuanto se manifiesta como Poder capacitándote no sólo para manifestar Mi Vida en tu cuerpo bajo el aspecto de vibrante Salud, sino también permitiéndote transmitir esta Vida a los demás, vitalizándolos, fortaleciéndolos, dándoles salud y llevándolos de esta manera a la conciencia de Mi Vida dentro de sus propios cuerpos,
A Ti, a quien he conducido algo más adelante, a quien yo he enseñado el uso de algunas de las leyes de Mi Ser, despertando en ti ciertas facultades y poderes internos que en apariencia te diferencias de tus semejantes, a tal grado que ahora te llamas a ti mismo un ocultista y te ocupas en lograr el completo dominio de estos “tus” poderes.
A ti, a cada uno y a todos, Yo doy este Mi mensaje de la Vida Impersonal.
La idea de la “Vida Impersonal” puede no serte enteramente nueva; tal vez hayas ya reflexionado en ella, tal vez ya te hayas esforzado más o menos por vivirla, acaso ya la has enseñado a tus simpatizantes; y sin embargo, quizá no tienes todavía una exacta comprensión de su significado real.
Por esto, es Mi Propósito, ahora, hacerte consciente de ese significado, de modo que tú como Maestro y Director de otros seres, no puedas ya tener la excusa de no conocerlo, cuando Yo, en lo sucesivo y desde lo interno, insista en que Mi Vida Impersonal, se manifieste en y por ti; porque Yo, tu Verdadero Yo, sólo de ese modo quedaré satisfecho.
Así es que prosigue estudiando cuidadosamente todo lo que ahora voy a decirte y busca seriamente conocer mi significado real –es decir, su aplicación vital y personal para ti-, antes de pasar por alto o descartar algo de él, si acaso este impulso viniese a ti.
Primeramente, Yo voy a hacerte algunas preguntas.
Al hacerte estas preguntas, YO ESTOY dirigiéndome precisamente a la conciencia de tu Alma y necesariamente habrán ellas de pasar por tu mente humana. Como tu mente humana no es sino una parte de tu yo humano o sea de tu personalidad humana, se hace necesario, primeramente, que tú te des cuenta exacta del modo de ser de tu mente humana y veas a este “yo” tuyo como realmente es, --no como tú imaginas que es. Preciso es que veas cómo esta personalidad tuya que pretende sentirse ofendida, comienza a rebelarse y aun se indigna, si es que no se encoleriza, al dirigírsele estas preguntas; porque Yo voy a penetrar, por medio de ellas, hiriéndola en lo vivo, hasta lo íntimo de sus placeres egoístas, de su orgullo de virtud o de espiritualidad, de su deseo de poder, de ser considerada como guía o directora, de ser creída muy sabia y muy buena--, si es que algunas de estas condiciones aun existen en esa personalidad tuya.
Pero, recuérdalo, no eres Tú quien así se siente ofendido o quien se rebela o encoleriza, no; quien así lo hace es solamente tu personalidad. Porque Tú eres realmente Yo, tú propio y Verdadero Yo que ESTOY HACIENDO ESTAS PREGUNTAS, Y QUE estoy mostrándote estas condiciones, insistiendo en todo lo que ahora estorba a Mi perfecta expresión de Vida Impersonal, en ti, en lo sucesivo no tiene razón de ser en tu vida.
Si tú vigilas y estudias cuidadosamente los pensamientos y sensaciones que vengan a tu mente conforme lees esas preguntas, tal vez descubras alguna fase de tu naturaleza humana que aún no han caído bajo el dominio Mío, el de tu Yo Verdadero.
Esta, por supuesto, es una enseñanza interna y es también una labor interna la que estas llamado a ejecutar conmigo, teniéndome a Mí, tu propio Yo Superior, como Maestro.
Y si tu Alma responde y tú valerosamente estás dispuesto a aceptar cualquier cosa que Yo haya de decirte y quieres aceptarla con verdadera humildad y comprensión espiritual, has de saber que gran Alegría Espiritual te espera y que muchos beneficios le seguirán.
Pero si tu personalidad aún insiste en insinuar que el “Yo” que está aquí hablando no es sino alguna persona que se considera a sí mismo, o a sí misma como una divinidad y está tomándose una libertad injustificada para así entrometerse en tus asuntos privados, y que, en consecuencia, no tienes tú ninguna necesidad de contestar estas preguntas ni aún a ti mismo, pues no son de la competencia de nadie sino sólo de la tuya propia; si esta personalidad tuya, con su mente meramente humana, así trata de persuadirte, está bien, y Yo necesariamente habré de enseñarte de otro modo; pero de un modo mucho más duro.
Sin embargo, todo ello es verdad; estas preguntas no son de la competencia de nadie, sino solamente de tu competencia. Pero, recuérdalo, Yo, tu propio y Verdadero Yo, Dios en Ti mismo, SOY quien las está formulando; y YO ESTOY haciéndolo con el objeto de que puedas encararte contigo mismo, de modo que puedas ver con claridad a esta personalidad tuya, con todas sus debilidades humanas, imperfecciones y falsos conceptos que en ella aún existen, y los cuales, por razón de tu incapacidad para percibir la sutil influencia que sobre ti ejercen, están impidiendo la expresión de Mi Vida Impersonal en ti y por tu conducto.
Y si Yo deshago todas estas ilusiones de la personalidad, que cual pompas de jabón flotan aún en tu atmósfera mental, después de mostrarte primeramente, de manera clara, su irrealidad, es solamente con el fin de que si de nuevo aparecieran, sea capaz de reconocerlas inmediatamente y les rehúses la entrada en tu Vida.
Mas ¿acaso tu personalidad está diciéndote que nada de eso te toca a ti, que tú no necesitas de tales instrucciones?
¿Lo crees así? Entonces contéstame a Mí, tu Yo Verdadero, las siguientes preguntas, estudiando al mismo tiempo, cuidadosamente, tus sensaciones, después de leer cada una de ellas, penetrando hasta lo íntimo de tu alma con análisis profundo.
¿Estás seguro, hijo mío, que nada busca el “yo” personal para sí, egoístamente, en esta labor que tú declaras estar haciendo por la humanidad?
¿Estás seguro de que tú, personalmente, no estás atribuyéndote mérito alguno por la ayuda que tus discípulos y simpatizadores reciben por tu conducto?
¿Estás enteramente seguro de que tú no sientes un secreto placer y orgullo al ver su actitud de respeto, temor sagrado o admiración hacia ti?
¿Estás seguro de que estas enseñanzas que das, proceden de Mí, tu Yo Divino o son ellas no más que tus puntos de vista personales, los pensamientos que tú has recogido de otros preceptores humanos?
¿Estás tú manchado esta labor que yo te he dado a hacer, por el hecho de introducir sutilmente tu personalidad en ella, atrayendo más la atención de tus discípulos sobre ti, como maestro, en lugar de hacerlos recurrir a Mí, en sí mismos, como a su Verdadero y único Maestro?
¿Puedes tú verdaderamente decir que en ti existen sólo pensamientos amorosos y caritativos y que hablas únicamente las palabras del Cristo cuando se te pregunta o cuando te expresas respecto a otros maestros o directores, no importa quiénes sean ellos?
¿Cuándo te encuentras con otros preceptores o directores, no tratas de hacerte notable? ¿No existe en ti el deseo de impresionarlos con tu personalidad o tus poderes?
¿Cuándo encuentras a alguno que ha hecho una realización de Dios, mejor que la hecha por ti, sientes solamente el más puro y fraternal amor hacia esa Alma?
¿Cuándo alguno de tus propios discípulos, por medio de tu ayuda, despierta a la conciencia de la presencia de Mí, en si mismo, y llega más rápidamente a tener una mejor conciencia de Mis Poderes, que la alcanzada por ti, no te regocijas sinceramente con inmensa alegría y alabas a Dios por las mercedes que a él a hecho?
¿Estás seguro, amado hijo mío, que tú llevas a efecto todo lo que haces, sin pensar en recompensa alguna, sin preocuparte de los resultados y tranquilo por la conciencia de que Yo ESTOY haciéndolo todo, y de que YO SOY el responsable?
¿Verdaderamente te das cuenta de que tú y tu personalidad son uno mismo; que no existe diferencia; y plenamente comprendes tu propio “Yo” y conoces tu identidad conmigo, Dios, tu Yo Divino?
¿En todas las enseñanzas de estas elevadas Verdades, reconoces en tu alma la unidad de Todo; que Yo, Dios, soy Todo lo real que hay, que Todo lo real que hay Tú lo eres; que YO SOY tu Yo Real; que no hay separación alguna entre Tú y Yo; que todo lo que tú haces, Dios es quien lo hace; que tú eres Uno con Dios, y que todos los poderes de Dios son tus poderes?
¿Estás seguro, hijo mío, que todas las cosas que tú estás enseñando, tú mismo las ERES; que tú estás haciendo, manifestando, VIVIENDO, todo lo que tú predicas a los demás?
Si tú puedes, en verdad, contestarme satisfactoriamente a Mí, tu Yo más elevado, todas estas preguntas, entonces este Mensaje no es para ti, y tú no necesitas proseguir leyendo, pues ya sabes todo lo que voy a decirte.
Pero si tú no estás seguro de ello y te das cuenta de que tu personalidad es todavía un factor más o menos dominante en tu vida; entonces será mejor que prosigas leyendo, pues he aquí que Yo entro a la parte vital de Mi Mensaje... continuará
A Ti, que eres consciente de Mí como el Amor del Cristo que habita en tu corazón y buscas propagar el Mensaje de su Amor por todas partes, sembrándolo en cada uno de aquellos corazones que parecen dispuestos a recibirlo.
A Ti, a quien Yo he venido en radiantes destellos de Luz o en visiones, bien sea durante el sueño o durante la vigilia, como Verdad, iluminando tu mente de modo que en ese momento has visto claramente la realidad de Mi Vida Espiritual y lo ilusorio de todas las cosas que impresionan tus sentidos externos, y buscas ahora enseñar esta verdad a los demás.
A Ti, que has llegado a la conciencia de Mí como la Vida interna tuya, en cuanto se manifiesta como Poder capacitándote no sólo para manifestar Mi Vida en tu cuerpo bajo el aspecto de vibrante Salud, sino también permitiéndote transmitir esta Vida a los demás, vitalizándolos, fortaleciéndolos, dándoles salud y llevándolos de esta manera a la conciencia de Mi Vida dentro de sus propios cuerpos,
A Ti, a quien he conducido algo más adelante, a quien yo he enseñado el uso de algunas de las leyes de Mi Ser, despertando en ti ciertas facultades y poderes internos que en apariencia te diferencias de tus semejantes, a tal grado que ahora te llamas a ti mismo un ocultista y te ocupas en lograr el completo dominio de estos “tus” poderes.
A ti, a cada uno y a todos, Yo doy este Mi mensaje de la Vida Impersonal.
La idea de la “Vida Impersonal” puede no serte enteramente nueva; tal vez hayas ya reflexionado en ella, tal vez ya te hayas esforzado más o menos por vivirla, acaso ya la has enseñado a tus simpatizantes; y sin embargo, quizá no tienes todavía una exacta comprensión de su significado real.
Por esto, es Mi Propósito, ahora, hacerte consciente de ese significado, de modo que tú como Maestro y Director de otros seres, no puedas ya tener la excusa de no conocerlo, cuando Yo, en lo sucesivo y desde lo interno, insista en que Mi Vida Impersonal, se manifieste en y por ti; porque Yo, tu Verdadero Yo, sólo de ese modo quedaré satisfecho.
Así es que prosigue estudiando cuidadosamente todo lo que ahora voy a decirte y busca seriamente conocer mi significado real –es decir, su aplicación vital y personal para ti-, antes de pasar por alto o descartar algo de él, si acaso este impulso viniese a ti.
Primeramente, Yo voy a hacerte algunas preguntas.
Al hacerte estas preguntas, YO ESTOY dirigiéndome precisamente a la conciencia de tu Alma y necesariamente habrán ellas de pasar por tu mente humana. Como tu mente humana no es sino una parte de tu yo humano o sea de tu personalidad humana, se hace necesario, primeramente, que tú te des cuenta exacta del modo de ser de tu mente humana y veas a este “yo” tuyo como realmente es, --no como tú imaginas que es. Preciso es que veas cómo esta personalidad tuya que pretende sentirse ofendida, comienza a rebelarse y aun se indigna, si es que no se encoleriza, al dirigírsele estas preguntas; porque Yo voy a penetrar, por medio de ellas, hiriéndola en lo vivo, hasta lo íntimo de sus placeres egoístas, de su orgullo de virtud o de espiritualidad, de su deseo de poder, de ser considerada como guía o directora, de ser creída muy sabia y muy buena--, si es que algunas de estas condiciones aun existen en esa personalidad tuya.
Pero, recuérdalo, no eres Tú quien así se siente ofendido o quien se rebela o encoleriza, no; quien así lo hace es solamente tu personalidad. Porque Tú eres realmente Yo, tú propio y Verdadero Yo que ESTOY HACIENDO ESTAS PREGUNTAS, Y QUE estoy mostrándote estas condiciones, insistiendo en todo lo que ahora estorba a Mi perfecta expresión de Vida Impersonal, en ti, en lo sucesivo no tiene razón de ser en tu vida.
Si tú vigilas y estudias cuidadosamente los pensamientos y sensaciones que vengan a tu mente conforme lees esas preguntas, tal vez descubras alguna fase de tu naturaleza humana que aún no han caído bajo el dominio Mío, el de tu Yo Verdadero.
Esta, por supuesto, es una enseñanza interna y es también una labor interna la que estas llamado a ejecutar conmigo, teniéndome a Mí, tu propio Yo Superior, como Maestro.
Y si tu Alma responde y tú valerosamente estás dispuesto a aceptar cualquier cosa que Yo haya de decirte y quieres aceptarla con verdadera humildad y comprensión espiritual, has de saber que gran Alegría Espiritual te espera y que muchos beneficios le seguirán.
Pero si tu personalidad aún insiste en insinuar que el “Yo” que está aquí hablando no es sino alguna persona que se considera a sí mismo, o a sí misma como una divinidad y está tomándose una libertad injustificada para así entrometerse en tus asuntos privados, y que, en consecuencia, no tienes tú ninguna necesidad de contestar estas preguntas ni aún a ti mismo, pues no son de la competencia de nadie sino sólo de la tuya propia; si esta personalidad tuya, con su mente meramente humana, así trata de persuadirte, está bien, y Yo necesariamente habré de enseñarte de otro modo; pero de un modo mucho más duro.
Sin embargo, todo ello es verdad; estas preguntas no son de la competencia de nadie, sino solamente de tu competencia. Pero, recuérdalo, Yo, tu propio y Verdadero Yo, Dios en Ti mismo, SOY quien las está formulando; y YO ESTOY haciéndolo con el objeto de que puedas encararte contigo mismo, de modo que puedas ver con claridad a esta personalidad tuya, con todas sus debilidades humanas, imperfecciones y falsos conceptos que en ella aún existen, y los cuales, por razón de tu incapacidad para percibir la sutil influencia que sobre ti ejercen, están impidiendo la expresión de Mi Vida Impersonal en ti y por tu conducto.
Y si Yo deshago todas estas ilusiones de la personalidad, que cual pompas de jabón flotan aún en tu atmósfera mental, después de mostrarte primeramente, de manera clara, su irrealidad, es solamente con el fin de que si de nuevo aparecieran, sea capaz de reconocerlas inmediatamente y les rehúses la entrada en tu Vida.
Mas ¿acaso tu personalidad está diciéndote que nada de eso te toca a ti, que tú no necesitas de tales instrucciones?
¿Lo crees así? Entonces contéstame a Mí, tu Yo Verdadero, las siguientes preguntas, estudiando al mismo tiempo, cuidadosamente, tus sensaciones, después de leer cada una de ellas, penetrando hasta lo íntimo de tu alma con análisis profundo.
¿Estás seguro, hijo mío, que nada busca el “yo” personal para sí, egoístamente, en esta labor que tú declaras estar haciendo por la humanidad?
¿Estás seguro de que tú, personalmente, no estás atribuyéndote mérito alguno por la ayuda que tus discípulos y simpatizadores reciben por tu conducto?
¿Estás enteramente seguro de que tú no sientes un secreto placer y orgullo al ver su actitud de respeto, temor sagrado o admiración hacia ti?
¿Estás seguro de que estas enseñanzas que das, proceden de Mí, tu Yo Divino o son ellas no más que tus puntos de vista personales, los pensamientos que tú has recogido de otros preceptores humanos?
¿Estás tú manchado esta labor que yo te he dado a hacer, por el hecho de introducir sutilmente tu personalidad en ella, atrayendo más la atención de tus discípulos sobre ti, como maestro, en lugar de hacerlos recurrir a Mí, en sí mismos, como a su Verdadero y único Maestro?
¿Puedes tú verdaderamente decir que en ti existen sólo pensamientos amorosos y caritativos y que hablas únicamente las palabras del Cristo cuando se te pregunta o cuando te expresas respecto a otros maestros o directores, no importa quiénes sean ellos?
¿Cuándo te encuentras con otros preceptores o directores, no tratas de hacerte notable? ¿No existe en ti el deseo de impresionarlos con tu personalidad o tus poderes?
¿Cuándo encuentras a alguno que ha hecho una realización de Dios, mejor que la hecha por ti, sientes solamente el más puro y fraternal amor hacia esa Alma?
¿Cuándo alguno de tus propios discípulos, por medio de tu ayuda, despierta a la conciencia de la presencia de Mí, en si mismo, y llega más rápidamente a tener una mejor conciencia de Mis Poderes, que la alcanzada por ti, no te regocijas sinceramente con inmensa alegría y alabas a Dios por las mercedes que a él a hecho?
¿Estás seguro, amado hijo mío, que tú llevas a efecto todo lo que haces, sin pensar en recompensa alguna, sin preocuparte de los resultados y tranquilo por la conciencia de que Yo ESTOY haciéndolo todo, y de que YO SOY el responsable?
¿Verdaderamente te das cuenta de que tú y tu personalidad son uno mismo; que no existe diferencia; y plenamente comprendes tu propio “Yo” y conoces tu identidad conmigo, Dios, tu Yo Divino?
¿En todas las enseñanzas de estas elevadas Verdades, reconoces en tu alma la unidad de Todo; que Yo, Dios, soy Todo lo real que hay, que Todo lo real que hay Tú lo eres; que YO SOY tu Yo Real; que no hay separación alguna entre Tú y Yo; que todo lo que tú haces, Dios es quien lo hace; que tú eres Uno con Dios, y que todos los poderes de Dios son tus poderes?
¿Estás seguro, hijo mío, que todas las cosas que tú estás enseñando, tú mismo las ERES; que tú estás haciendo, manifestando, VIVIENDO, todo lo que tú predicas a los demás?
Si tú puedes, en verdad, contestarme satisfactoriamente a Mí, tu Yo más elevado, todas estas preguntas, entonces este Mensaje no es para ti, y tú no necesitas proseguir leyendo, pues ya sabes todo lo que voy a decirte.
Pero si tú no estás seguro de ello y te das cuenta de que tu personalidad es todavía un factor más o menos dominante en tu vida; entonces será mejor que prosigas leyendo, pues he aquí que Yo entro a la parte vital de Mi Mensaje... continuará
3 comentarios:
Hola Pilar y Angel, me sigue gustando el blog porque yo busco una luz en mi vida y un mejoramiento como ser humano y aquí encuentro precisamente eso mucha luz que me orienta al seguir el camino.
Un abrazo!!!!
Hola Belkis, nos alegramos que nuestro blog, y en particular este artículo,te propoprcione la luz que todos deseamos encontrar.Ánimo y no pares de caminar, que para eso estamos aquí.
Un abrazo!!!!
HOLA: MUCHAS GRACIAS POR TODO LO QUE COMPARTEN
UN ABRAZO GRANDE
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