Vamos a ir desmenuzando en los siguientes artículos este tema, que para nosotros creemos que no solamente es interesante sino entendemos que es VITAL su conocimiento. Tal vez no lo entendáis o creáis, pero si al menos lo leéis, aunque solo sea una sola vez, todo esto lo recordaréis cuando llegado el momento pase por delante de vosotros toda vuestra vida física y entonces comprenderéis lo importante de aquella lectura que hicisteis en este mundo físico.
PREG. — ¿Cuál es la ventaja de conocer, durante la vida, la condiciones en el más allá de la muerte? ¿Por qué debería un hombre preocupar su mente con estos asuntos, si está seguro de encontrar por si mismo la verdad de los hechos luego que muera?
RESP. — Este argumento es, en varios modos, defectuoso. No se toma en consideración el terror qué, debido a la ignorancia, ensombrece las vidas de tantos que mueren llenos de temor; ni las tristezas de la separación, ni la ansiedad que sienten los sobrevivientes respecto a la suerte que corran, luego de morir, los seres que les son queridos. El temor está inspirado no tanto por la expectación definida de algo terrorífico, sino por un confuso sentimiento de lo incierto, por el horror a un abismo de ociosidad. Quien así pregunta, ignora* también el hecho de que el hombre, después de la muerte, no se da cuenta inmediatamente de sus errores, y que, debido a su falta de capacidad para corregirlos a la luz de la verdad, frecuentemente habrá de sufrir mucho. El hombre ordinario, carente de conocimientos, está ligado en el astral por el "elemental deseo", del cual pronto se hablará; no comprende las posibilidades de la vida después de la muerte, y pierde así muchas oportunidades de servicio y de progreso.
Si bien las leyes de la naturaleza nos están llevando siempre consigo, sepámoslo o no, sin embargo, si lo sabemos, podemos cooperar con ellas con gran ventaja de nuestra parte. Esto no podríamos hacerlo estando en las tinieblas de la ignorancia. Saber, es como caminar a plena luz; y comprender las leyes de la naturaleza es adquirir el poder de acelerar nuestra evolución, aprovechándonos de aquellas Leyes que apresuran nuestro crecimiento y evitando la acción de aquellas otras que lo retardarían.
Por lo demás, ya con el conocimiento de la existencia allende la muerte, un hombre se da cuenta de la verdadera proporción que existe entre el fragmento físico de la vida y el resto de ella, por lo cual no pierde su tiempo en trabajar solamente para el período físico, que es como la décima o la vigésima parte de toda una vida entre dos encarnaciones. Igualmente, cuando el hombre (llega a lo que se llama el mundo astral, después de la muerte, no se siente alarmado, puesto que comprende las condiciones de su ambiente y sabe cuál es la mejor manera de trabajar en ellas, y así, lo hace con valor y confianza.
Aún el hombre que hubiere escuchado las verdades teosóficas tan sólo en una conferencia, al encontrarse en el mundo del más allá de la muerte, se dará cuenta de la exactitud general de las enseñanzas, y tratara de recordar las recomendaciones que escuchó acerca de la conducta que debe seguirse, y, teniendo por lo menos un punto de contacto con lo conocido, puede evitarse mucho del malestar, turbación y temor que sienten otros que se hallan en completa ignorancia. Pero la mayor de las ventajas de tal conocimiento es que él se sienta con suficiente fortaleza para tender una mano de ayuda a otros y generar así buen karma para él.
PREG. — Según eso ¿qué sucede a un hombre al otro lado de la muerte?
RESP. — Para conocer esto, deberíamos comprender exactamente qué es la muerte. Hay una gran cantidad de pesar por completo innecesario, de terror y de angustia que la humanidad, como un todo, ha sufrido y sufre aún, a causa de la ignorancia y de la superstición acerca de la muerte que ella considera como un salto formidable y terrible hacia un abismo desconocido.
En un principio, la muerte no es más que desechar el cuerpo físico, la vestidura externa del Ego o sea del hombre real, el cual continúa entonces viviendo en su cuerpo astral hasta que se agote la fuerza generada durante su vida terrestre por sus emociones y pasiones. Entonces tiene lugar una segunda muerte y al separarse el cuerpo astral del hombre, se encuentra éste en su cuerpo mental, en lo que se llama él mundo celeste. Y tiene que permanecer allí hasta que se agote la fuerza de los pensamientos in egoístas que hubiere engendrado durante sus vidas física y astral. Desechando también este tercer cuerpo, el hombre permanece por algún tiempo como un Ego, en su propio mundo, en el cuerpo causal, antes de retomar la encarnación.
Y así la muerte no es otra cosa que nacer en otra región; es un proceso repetido de quitarse vestiduras, pues el hombre inmortal sacude de sí, una tras otra, las envolturas externas para pasar a un estado superior de conciencia.
PREG. — ¿Cómo se separa de su vehículo físico el hombre real?
RESP. — Durante el lento proceso de morir, el doble etéreo llevando consigo, a Prana y a los principios superiores, va deslizándose fuera del cuerpo denso, al cual queda conectado por un hilo magnético. En el momento solemne de la muerte, aunque esta sea repentina, la vida pasada desfila rápidamente en revista ante el Ego, hecho del que han dado testimonio aquellos a quienes se ha salvado por ejemplo, de ahogarse. El Ego revive entonces toda su vida en estos pocos segundos antes de la muerte, cuando la personalidad, unificándose con el Ego ómhiciente y pasando revista a la vida entera que desfila ante él en sus más mínimos detalles, ¿con la cadena completa de causas y efectos, se contempla ya sin el engaño del “yo” y comprende el propósito de la vida. Por consiguiente durante el lento proceso del morir, debería observarse en la habitación del moribundo una extrema quietud y control de sí a fin de no perturbar al Ego que está absorto en la contemplación de su vida pasada; y no debería permitirse ningún llanto ni lamentación que implique la idea de una egoísta pérdida personal.
Lentamente el hombre se retira así del cuerpo físico, envuelto en el doble etéreo color gris violeta, hasta que el hilo magnético se rompe. Entonces, se sume él, en una pacífica inconciencia mientras el doble etéreo flota sobre el cuerpo denso.
Los actos de morir y entregarse al sueño son similares, excepto en muy pocos detalles. En ambos casos, el hombre se desliza fuera del cuerpo físico. Cuando se entrega al sueño, deja al cuerpo etéreo con la envoltura física sobre el lecho y él se separa dentro de su cuerpo astral. Aquel se conserva con vida por las corrientes de vitalidad que fluyen a través de ambos; pero, a la hora de morir, él retira también consigo el doble etéreo, y como tal doble no es un vehículo, el hombre, preso en él, generalmente permanece inconsciente, a lo menos por unos momentos, y no puede funcionar ni en el mundo físico ni en el astral.
Después de algún tiempo, el cual varía desde unos pocos momentos hasta unas cuantas horas, días y aún semanas, (pero ordinariamente en unas treinta y seis horas), los cinco principios superiores se desenlazan del doble etéreo sacudiéndolo como antes fuera sacudido el cuerpo denso, dejándolo insensible como un cadáver. Prana, habiendo perdido así su vehículo, regresa al gran repositorio de vida universal, así como el agua contenida en una vasija que se arroja al mar, se mezclará con el agua del océano si la vasija se rompe. El hombre queda ahora residiendo en su cuerpo astral, listo para la vida astral.
PREG. — Habla usted de sumirse en una pacífica inconsciencia, pero, ¿Acaso no hay muchos seres que sufren terriblemente al momento de morir?
RESP. — Las agonías de la muerte y las luchas finales generalmente son tan sólo movimientos espasmódicos del cuerpo físico, después que el Ego consciente lo ha dejado. En casi todos los casos, el instante de morir es perfectamente indoloro, aún cuando haya habido largos y tremendos sufrimientos durante la enfermedad. Y esto se demuestra por la apacible expresión que tan a menudo aparece sobre la faz después de la muerte, así como por el testimonio directo de muchos de aquellos a quienes se les ha hecho esta pregunta inmediatamente después que murieron.
PREG. — ¿Qué sucede con el doble etéreo ya separado después de la muerte?
RESP. — El cuerpo físico, ya abandonado al desenfreno de las innumerables, vidas que previamente estaban mantenidas en cohesión por Prana que actuaba a través del doble etéreo, comienza a decaer y sus partículas pasan a formar otras combinaciones a medida que sus células y moléculas se desintegran; permaneciendo el doble etéreo cerca de su contraparte física participando del mismo destino por pocas semanas o meses, precisamente por la misma razón, a saber, que la fuerza coordinadora de Prana se está retirando de el. Sin embargo, no debe suponerse que estas dos desintegraciones dependen una de otra. Los clarividentes ven en los cementerios estos espectros etéreos flotando sobre las tumbas, en dónde fueron enterrados los cuerpos físicos, y presentando a veces mucha semejanza al cuerpo denso, y otras una apariencia de neblinas o luces violáceas. Es conveniente por muchas razones quemar los cadáveres y no sepultarlos.
PREG. — ¿Por qué es preferible la cremación: al enterramiento?
RESP. — Hay varias razones para ello.
I. — Nada de lo que ordinariamente se hace al cadáver físico debe causar molestia alguna al hombre real que ya vive en el plano astral, si bien a veces la ocasiona debido a su ignorancia e insensatez. La duración de la estancia de un hombre en el mundo astral después de la muerte, depende de dos factores: La naturaleza de su vida física pasada y su actitud mental después de la muerte. Durante su vida terrenal él afectó la construcción de su cuerpo astral, directamente, mediante sus pasiones y emociones, e indirectamente, desde la parte superior, por la acción refleja de sus pensamientos; y desde la parte inferior, por la de todos los detalles de su vida física, (su continencia o su libertinaje, su alimentación y su bebida, etc.) Si por haber persistido en las malas pasiones y deseos durante la vida terrestre, creó para sí un tosco vehículo astral, se encontrará, después de la muerte, atado al plano astral durante el dilatado y gradual proceso de la desintegración de aquel cuerpo. Por otra parte, si por haber vivido decentemente, se construyó él un vehículo compuesto en su mayor parte de materiales finos, tendrá muy pocas pesadumbres después de la muerte y pasará con suma rapidez a través del plano astral. Esto es generalmente comprendido, pero parece que a menudo se olvida el segundo gran factor, su actitud mental después de la muerte.
Lo importante para él es darse cuenta de que en esta etapa se está alejando firmemente hacia el mundo del verdadero Ego, y que su preocupación debe ser desprender sus pensamientos, lo más que le sea posible, de las cosas físicas y fijar su atención más y más en los asuntos espirituales que posteriormente lo ocuparán en los niveles Devachánicos. Haciéndolo así, facilitará en gran manera la natural desintegración astral y evitara el error común de detenerse innecesariamente en los niveles inferiores de aquel plano.
Sin embargo, muchos seres sencillamente rehúsan tomar sus pensamientos hacia lo elevado; los asuntos terrenales fueron los únicos por los cuales tuvieron algún interés vital y así se aferran a ellos con desesperada tenacidad, aún después de la muerte. Por supuesto, la impetuosa fuerza de la evolución llega a ser demasiado potente para ellos y se ven arrollados por su corriente benéfica; empero, ellos luchan a cada paso, y se resisten, causándose no tan sólo molestias y sufrimientos innecesarios, sino también una seria demora en su progreso ascendente. Ahora bien, en esta ignorante oposición a la voluntad cósmica, un hombre se ayuda mucho por la posesión de su cadáver físico, como si éste fuese una especie de punto de apoyo en el plano físico. Se encuentra, naturalmente, en íntima relación con él, y sí fuese tan necio para desear hacerlo así, podría usar su cadáver como un ancla que lo retuviese firmemente adherido a los niveles inferiores hasta que la descomposición llegase a ser muy avanzada.
Y así, aunque ni el enterramiento ni el embalsamamiento de un cadáver pueda forzar en manera alguna al Ego al cual perteneció, a prolongar su estancia en el mundo astral en contra de su voluntad, cualquiera de estas causas, es una positiva tentación que el tiene para detenerse, y le facilitaría el hacerlo si él ignorantemente lo deseara. Por tanto, la incineración libra al hombre de sí mismo en este asunto, pues cuando su cuerpo ha sido desintegrado de esa manera, sus naves fueron, literalmente, quemadas tras de sí; y su poder de retroceso disminuyó grandemente.
II. — Ya sea que el cuerpo denso fuere quemado, ó que se le permita agotarse lentamente en la repulsiva manera habitual, o que fuere preservado indefinidamente como una momia Egipcia, el doble etéreo prosigue su propio curso de lenta desintegración, sin ser afectado por; aquellos procedimientos; empero, la cremación es de aconsejarse desde el punto de vista sanitario, puesto que evita muchos peligros a los seres vivientes, por la rápida disociación de los remanentes físicos.
III. — La cremación impide por completo cualquier intento de una reunión parcial e innatural de los principios por la galvanización del cadáver etérico, en las proximidades del cuerpo denso inmediatamente después de la muerte, o en la sepultura aún después del enterramiento.
IV. — La cremación impide enteramente cualquier esfuerzo de hacer un mal uso del cadáver con el propósito de los horripilantes ritos de
2 comentarios:
No tengo yo muy claro qué o quién es Prana. Por otro lado parece todo una explicación bastante compleja con una terminología minuciosa de lo que ocurre en la separación del ego del cuerpo denso. Me gustaría saber en qué se han basado los investigadores para describirlo de esta guisa, es decir, cómo han podido elaborar estas teorías y a partir de qué hechos.
La verdad es que todo esto que contáis es platónico 100x100. Platón contaba cómo si el alma había dedicado largo tiempo al conocimiento, ignorando todo lo posible al cuerpo, podría irse encarnando en sucesivos cuerpos más perfectos hasta regresar al mundo de las ideas que es al que de forma natural ella pertenece.Seguiré leyendo a ver si me aclaro cosas.
Saludetes.
Hola de nuevo. El Prana es el nombre que da la filosofía Oriental a la energía vital, que gobierna nuestro físico.
La base fundamental de lo explicado en el artículo, está basado en la Teosofía. Aunque muchas afirmaciones respecto a la vida después de la muerte, la Ley de justicia Karma y la peregrinación del alma hacia la perfección humana, a través de la reencarnación, han llegado bajo las enseñanzas expresas de grandes Adeptos del Himalaya, sabios y videntes, informaciones confirmadas por las enseñanzas de muchas religiones y las experiencias de muchos antiguos y modernos místicos y filósofos de Oriente y Occidente, tales afirmaciones son en alto grado satisfactorias para la mente científica y lógica, así como para los requisitos de nuestras mejores opiniones morales e intuiciones mas concienzudas.
La Teosofía, en sus enseñanzas y ética, aunque no en el nombre, es tan antigua como el hombre pero se sabe que la palabra Teosofía data del siglo III de nuestra era, cuando el sistema Teosófico Ecléctico, que después floreció como tu dices en el Neo-Platonismo, fue establecido por Ammonio Saccas y sus discípulos en Alejandría, aunque Diógenes Laercio atribuye aquel sistema a un sacerdote egipcio (presumiblemente Hermes Trimegistro) en los primeros días de la dinastía Ptoloméica.
Espero que esta información te pueda servir como respuesta, al parecer la Teosofía que viene de dos palabras griegas Theos, un Dios y Sophia, sabiduría y significa Sabiduría Divina es la base en la que se asientas todas las religiones.
Saludos
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