sábado, 12 de julio de 2008

CUAL ES LA NECESIDAD DE LA REENCARNACIÓN ? (2)

PREG.-Cuál es la necesidad científica para la reencarnación?

RESP.— La ciencia exige ahora la reencarnación como comple­mento de su teoría de la evolución. Hay dos grandes doctrinas acerca de la evolución que se puede decir dividen al mundo científico. La primera es la enseñanza evolucionista de Charles Darwin; la segunda es la moderna enseñanza de Weissman. Ambas doctrinas, importantes como son, requieren la enseñanza de la reencarnación para complementarlas; pues en ambas surgen ciertas cuestiones que solamente la reencarnación puede resolver.

Considerando la enseñanza evolucionista de Darwin a la luz mas amplia posible, se presentan dos grandes puntos relacionados con el progreso de la inteligencia y la moralidad. Primero, la idea de que las cualidades son trasmitidas por los padres a la progenie y que por la acumulada fuerza de tal transmisión se desarrolla la inteligencia y la moralidad. A medida que la especie humana avanza paso tras paso, los resultados de su ascensión son transmitidos a su progenie, la cual, empezando por decirlo así desde la plataforma edificada por el pasa>' do, es capaz de ascender más en el presente y trasmitir a su posteri­dad, ya enriquecido, el legado que recibiera.

En segundo lugar, a la par que esto, aparece la doctrina del con­flicto, esto es, de aquello que se llama la supervivencia del más ap­to; de cualidades que capacitan a uno para sobrevivir y, por tal super­vivencia, transmitir a la progenie aquellas cualidades que le confieran ventajas para la lucha por la existencia.

Ahora bien, estos dos puntos capitales, la transmisión de cuali­dades de padres a la progenie, y la supervivencia del más apto en la lucha por la existencia, son dos de los problemas que difícilmente se solucionan desde el ordinario punto de mira Darviniano. En efecto, por lo que hace al segundo punto ¿cómo evolucionan las cualidades morales y sociales? Seguramente que no a causa de la lucha por la existencia. Las cualidades que .son humanas por excelencia, a saber, la compasión, el amor, la simpatía, el sacrificio del fuerte para la protección da débil, la disposición a dar uno su vida por el provecho de otros, son las cualidades que reconocemos como genuinamente humanos en contraposición a las que compartimos con los brutos. Mientras más cualidades de aquellas se manifiestan en el hombre, más humano se le considera. Pero, quienes se sacrifican a sí mismos, mueren.

Entre los animales domésticos y aún entre los más feroces, como las bestias de presa, la madre se sacrifica a sí misma por la indefensa prole, venciendo la ley de la propia conservación. El avemadre o el animalmadre sacrificarán su propia vida a fin de alejar a su ene­migo, el hombre, de la cueva o del nido en donde se hallan ocultos sus pequeñuelos. Siempre triunfa el amor maternal del amor por la vida. Pero la madre muere en el sacrificio. Las que más demuestran su afecto, perecen, se inmolan por amor maternal. Y entre los hom­bres se desarrollan las cualidades sociales y morales no a causa de la lucha por la existencia, lucha que requiere el cerebro más agudo y la conciencia menos escrupulosa. Las cualidades humanas de ter­nura y compasión pueden crecer solamente por el sacrificio de sí, pero aquí también como en el reino animal, el hombre que se sacri­fica muere; y si las virtudes sociales o humanas tienden a la muerte de sus poseedores; y a permitir que sólo viva el más egoísta y brutal ¿cómo podremos explicar el crecimiento, en el hombre, del espíritu de autosacrificio, el aumento continuo de cualidades tan divinas que incapacitan al ser para la lucha por la vida"?

Quienes hayan estudiado las obras de Darwin saben que esta cuestión no se dilucida allí por completo: más bien se la evade que definirla. La reencarnación nos da la respuesta; en la vida intermi­nable ya sea del animal o del hombre, el autosacrificio hace surgir en el carácter un nuevo poder, una nueva, vida, una fortaleza compelente, la cual reaparece para bien del mundo, una vez y otra, en manifestaciones más y más elevadas; si bien la forma de la madre perece, el alma de la madre, sobrevive, y vuelve a la tierra de tiempo en tiempo; quienes han poseído tales almas de madre se entrenaron primero en el reino de los brutos y luego en el de los humanos, de tal suerte que lo ganado por el alma al tiempo del sacrificio del cuerpo, reaparece al reencarnarse el alma para bendición y exaltación del mundo. Y así cada mártir que muere por la verdad, cada héroe que sacrifica su vida por su país, cada médico que pierda la existencia en lucha contra alguna terrible enfermedad, cada madre que se inmola por su criatura, vuelven a la tierra mejorados por el sacrificio con aquella noble cualidad entretejida en la propia naturaleza de su alma, y cosechan los resultados del autosacrificio en un mayor poder para ayudar al mundo.

Ahora, por lo que hace al primer punto, es decir, la transmisión de cualidades, Weissmann ha establecido dos hechos fundamentales; primero, la continuidad de la vida física (y ya se verá que, para ser completa, necesita la continuidad de vida intelectual y moral). La razón para esto, según la línea seguida por Weissmann, es su segundo hecho fundamental, el de que las cualidades mentales y morales y otras que se adquieren no son transferidas a la progenie, que sola­mente, podrían serlo en caso de haberse elaborado lentamente y por grados en la propia contextura del cuerpo físico de los descendientes. No siendo, transmisibles las cualidades mentales y morales, ¿dónde ra­dicaría la razón para el progreso humano a menos que, lado a lado con la continuidad del protoplasma, tuviéremos la continuidad de un alma en desarrollo evolucionante.

Tal continuidad de alma en evolución es también necesaria por­que, paralela a la misma teoría, y respaldada, como lo está, por los hechos observados, encontramos que mientras más fino es el organis­mo, mayor es su tendencia a la esterilidad o hacia una gran limita­ción en el número de descendientes. De hecho, es ya un aforismo entre los científicos que el genio es estéril significándose con ello en primer lugar que un ser genial dio tiende a aumentar la raza y, en segundo lugar que, aunque el hombre de genio tenga un hijo éste no demuestra poseer las cualidades del genio, generalmente es un ser ordinario y hasta con tendencias a actuar por bajo el nivel medio de sus tiempos.

Hay dos tipos especiales de genio: el del intelecto puro o de la virtud, y el del arte. Este requiere la cooperación del cuerpo físico. Poco o nada exige el primero de la herencia física; pero no podríamos tener un gran genio musical a menos que llevase aparejado un cuerpo, físico especializado con su delicada organización nerviosa, la finura de su tacto y la agudeza de su oído. Estos factores físicos se requieren a fin de que el genio musical pueda expresar su más elevada fase; ahí precisa la cooperación de la herencia física. Cuando leemos la biografía de un genio musical generalmente encontramos que nació en el seno de una familia de músicos; que durante dos o tres genera­ciones antes de la aparición del. gran genio, la familia en la cual nació se había distinguido por su talento musical; y que, cuando el genio aparece, el talento musical muere y la familia se esfuma en el marco ordinario de la gente vulgar. La floración de la familia es el genio; pero este no transmite su genio a la posteridad.

Ahora bien, estos problemas y enigmas de la herencia encuen­tran su explicación razonable en la enseñanza de la Reencarnación. Un genio musical necesita un cuerpo especializado que nazca en una familia musical bajo las leyes de herencia; pero, como ya se explicó tal ley surte efectos sólo para el cuerpo físico, pues el carácter mental y moral no es transmisible. Y no viene el genio al mundo creado re­pentinamente por Dios, o como un mero juego de la naturaleza o a resultas de algún afortunado accidente; viene con las cualidades que gradualmente ha desarrollado luchando en el pasado. En la base de la escala humana de progreso esta el ínfimo salvaje; en la cima de tal escala se hallan el más grande santo y el más noble intelecto, genios lentamente creados por grados, producidos a fuerza de innumerables luchas por sus fracasos y sus victorias, por lo malo y por lo bueno. Los males del pasado son las gradas por las cuales asciende el hombre hasta la virtud, de tal modo que, aun en el más degradado criminal contemplamos la promesa de la divinidad. También el escaldera hasta donde se halla el santo y en todos los hijos de los nombres Dios se revelará al fin.

Esto explica por qué debe haber progresado el hombre aunque tenga razón Weissmann al decir que las cualidades adquiridas no son transmisibles; pues estas cualidades mentales y morales no constituyen un don del padre: son los trofeos de victoria duramente ganados por el alma individual, y cada alma vuelve a nuevo nacimiento en un cuerpo nuevo, con los resultados de sus vidas anteriores como base de su trabajo para la presente. Y así, la reencarnación con sus lecciones en la evolución de la vida, llena los vacíos que deja la teoría científica y hace comprensible el progreso del carácter y de la inteligencia paralelamente al de la evolución de la forma.

Por último, cada vez que observamos la Naturaleza y miramos cosas de la misma clase, las encontramos en diferentes etapas de crecimiento; vemos constantemente, en las criaturas más desarrolladas, la huella del pasado a través del cuál han evolucionado. Igualmente, cuando observamos a los hombres, vemos toda clase de grados de inteligencia y de etapas de crecimiento moral. ¿Cómo podrán ser explicadas científicamente? De seguro que no por el principio (sugerido tantas veces por. la ciencia) de una súbita creación, de una aparición repentina sin causa, sin antecedentes, sin nada que lo explique. Entonces, ¿por qué estas grandes diferencias? ¿O por qué, siquiera, las pequeñas diferencias? Si decimos "Crecimiento", nos hallamos en sólido terreno científico, ya que por doquiera vemos el crecimiento en la naturaleza, diferencias de tamaño, diferencias en desarrollo; y los signos del crecimiento de la inteligencia y la moralidad que vemos entre los hombres, son señales claras de un pasado de diferencias en la edad del alma. Además, encontramos en el intelecto humano marcas de pasado, semejantes a las marcas del pasado en los cuerpos humanos; la inteligencia, en un cuerpo nuevo, rápidamente recorre su pasada evolución como bien lo sabe todo observador que atentamente sigue el desarrollóle la inteligencia de un niño.

PREG.—¿Qué quiere Ud. decir al referirse a la necesidad moral para la reencarnación?
RESP.—La tercera necesidad, la moral, el argumento más poderoso para la reencarnación ya que, de otra manera, no podría haber Justicia Divina ni amor en este universo. Ya se ha demostrado que las otras dos posibles explicaciones para las desigualdades humanas, a saber, la herencia y la creación especial, carecen de razón. Un ser nace deforme, el otro es un atleta. ¿Por qué? uno es idiota de nacimiento, el otro un genio dotado de brillantes poderes intelectuales; uno magnánimo, el otro avaro y mezquino. ¿Por qué? Si Dios es autor de tales diferencias, ello implicar injusticia y desesperanza irremediable. Nace un alma en algún arrabal, de una meretriz y de un borracho; de niño nada aprende sino crímenes y maldiciones, se le obliga a robar para alimentarse, nada sabe de bondad o de hambre de hombre se convierte en criminal consuetudinario hasta que algún día, en estado de ebriedad, acomete a un semejante suyo y lo mata. Se le envía a la horca. ¿A dónde irá después de la muerte? Para el cielo es demasiado pecador, en tanto, que no sería justo enviarlo al infíerno, puesto que no tuvo una sola oportunidad de regeneración en toda su vida. Nace otra alma en el seno de una familia refinada y es cuidadosamente criada por sus amorosos padres. Se le impulsa a la virtud y se le da esmerada educación. Durante toda su vida recibe homenajes y elogios hasta por cosas que no hizo, y muere después de una existencia llena de utilidad y de gloria. ¿Qué hizo para merecer todo esto? Si cada una hubiere sido producto de una creación especial, con un cielo o un infierno sempiternos subsiguientes a la muerte, ¿dónde estaría la Divina Justicia? ¿Acaso no tendría derecho el criminal para reclamarle a Dios, ¿por qué me hiciste así?

Pero la reencarnación restaura la Justicia a Dios y el poder al hombre y explica que el criminal es un alma joven aún no desarrollada, un salvaje que ha aparecido en la corriente evolutiva, con posterioridad a otra alma de más experiencia, con muchas vidas tras de si; que ambos son el resultado de su pasado y que las diferencias entre ellos sólo son de edad y crecimiento.

Entre otros muchos, la reencarnación resuelve los siguientes problemas:

I.—Explica las actuales desigualdades de condición y de privilegios sociales.

II.—Aleja la necesidad metafísica de tener que atribuir un aspecto de injusticia a la Suprema Justicia.

III.—Introduce en los mundos morales y espirituales, el mismo orden que la observación y la ciencia han descubierto en el físico.

IV.—Explica la aparición de hombres de genio en familias cuyos otros miembros carecen de habilidades extraordinarias.

V.—Explica la frecuente ocurrencia de casos de ambiente hostil que a menudo amarga la buena disposición y paraliza el esfuerzo.

VI.—Justifica la violenta antítesis entre el carácter y la condición, demostrando que aquel es resultado 'del crecimiento y no de un divino "hágase".

VII.—Explica las variaciones del sentido moral de la humanidad, es decir, los problemas de conciencia.

VIII.—Explica por qué ocurren los accidentes, desgracias y la muerte prematura o la repentina.

IX.—Nos explica por qué algunos individuos poseen poderes psíquicos.

X.—Da la razón de ser y aclara la evolución Darwiniana.

XI.—Suministra la solución razonable del problema de cuál será el futuro de los hombres que, habiéndoles Dios otorgado el don de la existencia física, jamás han aprendido a estimarla; por ejemplo, el avaro cuyo único goce es contar cierto número de monedas de metal amarillo; o el sensual que no tiene otro concepto de la vida que la bestialidad.

XII.—Explica la tremenda contradicción que a menudo surge entre nuestros deseos y nuestra voluntad, nuestro carácter según nosotros lo conocemos y nuestras acciones según son miradas por los demás.

XIII.—Soluciona la dificultad de conciliar el Amor de Dios con Su Poder.

XIV.—Explica el capricho, en apariencia sin significado, de la muerte.

PREG.—Y respecto a un niño que muere a poco de nacer, ¿cómo podrá usted explicar ese nacimiento inútil?
RESP.—Uno de los factores bajo los cuales tiene lugar la reencarnación es la ley de Karma o Ley de Causa y Efecto. A veces un ego tiene deudas con dicha Ley por haber ocasionado sin malicia ni intención/la muerte de" alguna persona matando meramente por descuido, como, por ejemplo, si al encender un puro arrojase inadvertidamente él fósforo encendido sobre un montón de paja, comunicando el fuego a una casa y quemando mortalmente a su ocupante. Tal ego deberá pagar su descuido, no su criminalidad, con una breve demora al tomar un cuerpo nuevo. Paga su cuenta mediante la temprana pérdida del cuerpo infantil y la consiguiente demora; pero pronto toma otro, generalmente a los pocos meses.

Ahora bien, en tales casos son los padres quienes más sufren. ¿Por qué? posiblemente esos padres, en una vida anterior, tomarían a su cuidado, simplemente por cubrir las apariencias, el huérfano de algunos parientes lejanos al cual no trataron con la debida benevolencia, sino, tal vez, con una crueldad que pudo ocasionarle la muerte. Conforme a la Ley de Karma, cosechan ellos lo que sembraron y tienen que saldar la cuenta pendiente, de su falta de amor, con la pérdida prematura del cuerpo de su propio hijo, tan idolatrado por sus corazones, y aprender así a tratar con ternura y bondad a todos los niños. El niño que muere inmediatamente después de su nacimiento nada pierde; tan sólo su progreso se demora un poco pero los padres sufren su merecido Kármico al perder al único hijo tan deseado. Su Karma toma así contacto, con el de aquella persona que tiene la deuda de una vida y ambos destinos se cumplen a la muerte de, la criatura... continuará

4 comentarios:

Marina Judith Landau dijo...

Exelente. Muchísimas gracias!!! Cada vez que paso por este blog, me voy llena de luz, muy nutrida, muy feliz. Les deseo lo mejor.
Marina.

Isa dijo...

Hola Angel y Pilar,me gusta mucho vuestro blog,es muy interesante,os invito a ver mi blog panochayfamylia.blogspot.com,no es ni mucho menos como el vuestro pero me haría ilusión.
Me encanta todo lo relacionado con la Energia y el isoterismo ,aunque he de reconocer que estoy muy virgen todavía con estos temas.
He empezado hace tres meses con el Reiki y ahora me hacen reconexión y la verdad estoy encantada.
Bueno hasta pronto espero
Isa

Pilar (con su Ángel) dijo...

Hola Marina te agradecemos tus palabras y nos llena de satisfacción que te guste nuestro blog lo mismo le decimos a Isa y te animamos a que sigas con el Reiki y sigan indagando y aprendiendo sobre estos temas.
Hemos entrado en tu blog, claro que no es como el nuestro pero está muy bien, hablas de las cosas que a ti te atañen, nos parece estupendo.
Saludos para las dos
Ángel y Pilar

Anónimo dijo...

algunas de las cosas aqui publicadas coinciden con las que yo he pubicado en mi blog www.loshijosdelaluz.es