La ciencia oficial supone que, después de que el ser humano muere y su cuerpo se entierra, “todo ha terminado” para él. ¿En realidad es así o no?
Resulta que no: el sistema de nadis y de acupuntura siguen trabajando durante siete días mas (puede ser que más tiempo). Se sabe que la descomposición de los tejidos es una reacción de oxidación, acompañada por diferentes procesos, entre ellos también los ondulares. Es decir, la sustancia material se transforma en energía, y durante varios días, con participación directa del sistema de nadis, la formación del cuerpo ondular (astral) del ser humano, “sale” del cadáver al séptimo día.
En los países orientales se celebra no solo el séptimo día, sino también el cuarenta de que uno muera, y todo ello no es casual. Uno de los médicos que trabaja en el laboratorio de biolocalización, perteneciente al Instituto de Geoquímica de Rusia, comprobó que, precisamente en este momento, (con una intensidad determinada de la descomposición de los tejidos) alrededor del cadáver, en particular alrededor de su cabeza, aparece un campo de diferentes ondas con una amplia amplitud de frecuencias, que se pueden registrar con aparatos científicos muy sofisticados. Por consiguiente, al 40 día, del cadáver del ser humano “sale otro cuerpo sutil” más. Después de esto no se registró ninguna irradiación más.
Dicen: “La muerte física es un hecho que se merece investigar”. La medicina oficial dice, que en toda la Tierra aún no ha habido ningún ser humano que haya muerto de vejez natural: Los hombres mueren por enfermedades y heridas. Según la medicina oficial, el cuerpo físico tiene recursos naturales para vivir 250-300 años. Sin embargo, para que se forme completamente el cuerpo astral y todos sus 144 chakras principales y secundarios (el tiempo de “madurez” de cada chakra es de tres años), el ser humano tiene que vivir por lo menos hasta 500 años terrestres. El yoga enseña, que llevando una vida sana, el hombre se convierte en su propio dueño y puede vivir tantos años como desee.
El hombre se va de este mundo físico dejando su cuerpo, su esqueleto. ¿Pero luego a dónde va? Probablemente, cuando se entierra el cadáver, el cuerpo sutil, al séptimo día se va al mundo astral de las ondas. Al 40 día se forma otro cuerpo y se va, probablemente al mundo mental (mundo de psicoimágenes y pensamientos). Cada uno de estos mundos, tiene siete niveles y la estancia del ser humano en estos mundos, está limitada y condicionada por su propia vida que llevo en el cuerpo físico. Por ejemplo, si la dedicaba solo a la religión, entonces probablemente no va a subir más del nivel donde se ubican los seres que solamente han estudiado estos temas, el haberse limitado solamente a esta vivencia sin haber profundizado en otras enseñanzas que les hubiera podido dar el conocimientos para alcanzar una conciencia superior y así ubicarse en planos superiores del mundo sutil. ¿Y que hay más allá de estos mundos?
El yoga enseña, que el ser humano, viviendo en el mundo físico está obligado a conocerlo bien, en todos sus aspectos, y pasar por todos los niveles de conocimientos acumulados por la humanidad. Así mismo, enseña que detrás del Nirvana está el Paranirvana. Pero la experiencia en estos mundos, se realiza a través de los cuerpos sutiles, los yoguis, al regresar al cuerpo físico, prácticamente no se acuerdan de nada de lo que pasa en el Paranirvana, porque su conciencia no es capaz de entender lo que ocurre allí.
Durante toda la historia de la humanidad, el hombre se ha preguntado: para que vive uno, cual es el propósito de su vida. ¿Acaso vive uno solo para sufrir, para pasar todas las enfermedades y la muerte, en vez de disfrutar de todo lo que le pone la naturaleza a su alcance y vivir gozando en el cuerpo físico, tanto cuanto desea? Indudablemente, a través de todas nuestras reencarnaciones la búsqueda del ser humano es aprender y aprender.
Alguien puede conformarse con “vivimos porque vivimos”. Pero eso no es la vida, sino la vegetación. Pues el hombre tiene que vivir para conocerse así mismo, a todos sus cuerpos y a todas sus posibilidades, aprender a vivir en armonía con sus cuerpos y con la ayuda de ellos conocer el mundo que los rodea, así como las leyes de la naturaleza. Y por supuesto, esto no se consigue en una sola vida.
El conocimiento de la naturaleza a través de los órganos del cuerpo físico está limitado, por eso el hombre creó la base técnica, así como una civilización técnica. El cuerpo astral tiene un potencial mucho más grande, pero este potencial no es nada en comparación con lo que puede aprender, con la ayuda de todos sus cuerpos sutiles. Los yoguis son capaces de “salir” del cuerpo físico e ir al mundo astral y mental. El hombre tiene la capacidad para la levitación, telequinesis y otras facultades hasta ahora desconocidas. Utilizando determinados métodos, incluso estando en su cuerpo físico, el hombre sin ayuda de ningún aparato técnico es capaz de moverse en el espacio y tiempo, ir a cualquier planeta del universo, inclusive es posible contactar e ir a los mundos paralelos. El hombre es capaz, cambiando conscientemente el metabolismo (los mecanismos que mueven y metabolizan las sustancias y energías) de su organismo y adaptarlo a las condiciones concretas del mundo a donde quiera ir.
Así que nuestro cuerpo físico es un conjunto de órganos y tejidos que proceden de la Conciencia colectiva. La Conciencia la tiene cada célula de nuestro cuerpo. El hombre para conocer la Naturaleza viva y el Universo, en primer lugar tiene que conocerse así mismo, a su Alma, pues el mismo es un Universo en miniatura. El hombre posee la conciencia, es capaz de conocer las leyes de la Naturaleza y también posee el Alma, con la cual es capaz de conocer mucho más. Conocerse así mismo, desarrollar sus capacidades y cualidades para poder, sin perder su cuerpo físico, viajar por todo el universo y llevar la antorcha de la Vida, Amor y Conocimiento a otros planetas y otros mundos, eso es lo que llamamos el gran Karma de los hombres.
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